jueves, 16 de octubre de 2008

McCain juega sucio en el tercer debate, pero le sale el tiro por la culata


John McCain hizo lo posible ayer por la noche por provocar a Barack Obama en el último debate electoral que enfrentó a los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos.
El candidato demócrata, por delante en los sondeos, mantuvo la calma, incluso cuando su contrincante le acusó finalmente cara a cara de asociarse a la figura radical de un movimiento clandestino de los años 60.
Bill Ayers, que desde entonces ha sido rehabilitado y con el que Obama compartió un comité de educación, "financiado por un amigo de Ronald Reagan", recordó el senador por Illinois, hace diez años, ha sido uno de los temas centrales de la campaña republicana de las últimas semanas.
McCain pidió a Obama que repudiera los comentarios de una figura política de los derechos civiles, el representante John Lewis, que comparó al tándem republicano racista de los años 60, George Wallace.
El candidato demócrata le contestó que en algunos mítines de Palin los asistentes le habían llamado "terrorista" y habían pedido que lo "mataran".
"Esta ha sido una campaña muy dura" dijeron ambos candidatos preguntandos por la ristra de ataques personales lanzados por ambos lados.
Formato clásico
El debate, que se celebró en la Universidad de Hofstra, en Long Island, cerca de Nueva York, siguió un formato clásico con preguntas de un moderador.

Fue sin duda el más duro que los dos anteriores. "Senador Obama, no soy presidente Bush, si quería presentarse contra el presidente Bush, tenia que haberse presentado hace cuatro años", dijo en un momento McCain.
"Si a veces confundo sus políticas con las de Bush es que en todo el tema económico ha respaldado al presidente", contestó Obama.
El enfrentamiento entre los dos candidatos se convirtió rápidamente en una conversación a tres cuando McCain empezó a hablar de "Joe" un fontanero que aparentemente preguntó a Obama en unos de sus mítines en Ohio qué iba a pasar con su negocio.
'Joe el fontanero'
Durante el resto de la velada Joe el fontanero, que el candidato conservador mencionó en 20 ocasiones, se convirtió en el ciudadano estadounidense medio al que ambos querían seducir.
McCain estuvo nervioso, impaciente, y en ocasiones casi despectivo con algunas de las respuestas de su rival e hizo lo posible por desacreditar a su contrincante, acusándole una y otra vez de querer subir los impuestos.
"Admiro su elocuencia", dijo el candidato republicano dejando a entender que el programa de Obama se limitaba a " palabras" y buenas intenciones.El senador por Illinois mantuvo la calma pero en algunas de sus miradas al moderador se notaba un principio de exasperación.
A menos de tres semanas de las elecciones parecía escasamente probable que McCain hubiera conseguido lo que tanto necesitaba: mostrar una auténtica diferencie que pudiera cambiar los sondeos, sobre todo cuando al despedirse de su rival y estrechándole la mano, los micros captaron como le repitió dos veces. "Buen trabajo".

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